Caminar y caminar.. Tranquilo.. ¡Llegarás!

Camino.. El viaje es largo, larguísimo, diría que es casi interminable:

Comienzo por el sur avanzando hacia el norte, donde está mi objetivo. El sendero es suave como la seda, de hecho, por él se puede caminar sin sentir la más mínima preocupación de sentirte abandonado, sin nadie que te acompañe o sin un lugar al que agarrarte por si caes. Dentro de mí experimento la satisfacción de caminar por la vía que me llevará a la felicidad eterna.

Hago un descanso a medio camino, duermo y sueño.. Sueño con la lujuria y la pasión, el sexo, ese gran amigo del ser humano. ¿Por qué sueño con ésto en este lugar? Algo me dice que encontraré la respuesta al final de la travesía. Me levanto y preparo las cosas para seguir.

Tras unos minutos he llegado a un territorio plano, completamente plano.. Sin embargo, a lo lejos se perciben tres montañas: dos diminutas a los lados y una enorme, un poco más lejos, justo en el centro. En frente de mí hay un hoyo, lo rodeo y continúo. Al llegar a las dos montañas principales comienza a pasearse por mi nariz un olor que me hipnotiza tal como las sirenas a Ulises, me veo obligado a caminar.. O a correr.. No sé muy bien lo que hago.. Estoy hipnotizado, embriagado.. Creo que vuelo.. ¿Realmente lo estoy haciendo? Si.. Lo siento.. ¡Estoy VOLANDO!

Hago zig-zags por el aire y cuando menos me lo espero he llegado a la cima de la gran montaña sin tan siquiera proponérmelo. Piso la tierra, me arrodillo y la beso, por fin el norte, con sus cinco montañas, sus cuevas, sus plantas y su bosque. No puedo parar de dar besos.. Quiero comenzar a vivir aquí y terminar por morir aquí también. Te amo norte.. Espero ser bienvenido.

Por si no lo has entendido.. Una pista: el sur son sus piernas.

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