Viaje a mi antes, regreso a mi después


Vuelvo a escribir porque lo necesito, es mi manera de desahogarme y estar tranquilo.
Hoy, lo hago porque recordando y viendo, más bien viviendo, momentos del pasado plasmados en fotografías, música y letras, muchas letras, he recordado lo que era, lo bien que lo pasaba y lo feliz que llegué a ser pese a no estarlo siempre. De pronto, me vienen a la mente el baile, el instituto, mis antiguos amores, mis primeras fiestas, la música que oía y me hacía volar, la forma de ser que tenía, mi manera de ver la vida, completamente distinta a la de ahora, los que fueron mis mejores amigos, cómo vestía, lo que veía en la televisión, mi primer cigarro, mi primera copa, el momento en el que conocí a los amigos que hoy en día sigo conservando y en el que conocí a las primeras personas de mi mundo, a mi familia.

Esto me ha hecho pensar en lo afortunado que soy y en lo mucho que me quejo. ¿Será cierto eso de que cuanto más tienes más deseas? Tampoco tengo tanto... Sólo ocho años de experiencia, prácticamente, en los que de todo me ha ocurrido y de más he aprendido. Ahí es cuando pienso en la gente mayor, con toda su vida recorrida... ¿Ellos cómo se sienten? ¿No sienten que han perdido todo y que ya nada más les queda esperar? ¿No querrán correr? ¿No preferirían dar marcha atrás al tiempo y volver a comenzar, desde el principio? Volver. Repetir sus historias, las historias de sus vidas, volver a ser libre. Volver. Ser más felices de lo que son ahora, tal y como lo eran antes. Viajar, viajar a "Antes"... Sé que es imposible hacerlo, pero creo que todos deben querer hacerlo, tiene que ser así, sin embargo esto es sólo un sueño, por lo que regresarán a "Después", al presente.

Todo esto escribo porque sí, porque soñar o recordar es sólo estancarse en el pasado. Y vale que yo, por supuesto, repetiría todo desde el comienzo: poder ir al parque y jugar, ensuciarme la ropa y que me diera igual, que me hicieran de comer cada día, no saber en qué mundo vivo y centrarme únicamente en unos amigos que, sin yo saberlo, diez años después no tendrían nada que ver conmigo, que vivirían fuera de mí y de mi entorno, ver a todo el mundo como personas buenas, no estudiar, no madrugar... Vivir como lo hacen los niños pequeños, en resumen.

Es casi como ver la aurora boreal esto de los recuerdos.

Ahora, en cambio, lo que hay es esto: vivo fuera de casa, independencia, salgo cuando quiero, entro cuando llego, bebo cuanto pueda, conozco a gente nueva, mi cuarto es mi espacio vital, pero también tengo toda una ciudad delante mía que ya no espera más por mí, pues intento disfrutarla cada día, los meses pasan y la universidad es cada vez más difícil, tengo buenos compañeros, grandes amigos aquí, otros también muy grandes fuera, mi familia nunca está, pero me esperan por Navidad, canto por las calles porque nadie me conoce, puedo gritar porque no me juzgan, echo de menos mi isla, a mi gente, estoy enamorado (y esto no es nuevo), no paro de pensar en él, puedo beber agua del grifo, es gratis y no está mal... Sin embargo, hay algo que no ha cambiado nada: ese niño del que hablaba antes, el que decía que su infancia fue muy buena y que su adolescencia mejor (aunque la sigue experimentando) sigue viviendo dentro, dentro de mi corazón, de mi sangre, de mis sentidos, de mis piernas, de mis manos, de mis brazos.

No quiero dejar de vivir... Y es que eso de viajar a "Antes" es muy bonito, regresar al "Después" tras el otro viaje está genial y mirar hacia delante, hacia "Mañana", es lo mejor que puedo hacer. Luchar por conseguir lo que quiero, todo lo que quiero, recordando que "Antes" no está tan lejos pero que ya pasó, estar bien en "Después" y disfrutar de una rutina nada aburrida y centrarme en "Mañana", hacer preguntas, buscar respuestas, pelear porque el amor triunfe y satisfacerme con simplemente saber que soy afortunado de ser quien soy.

Palabras desde lejos, hogar, poseedor de todos estos recuerdos y público de los recuerdos que llevaré cada vez que vuelva.